Wednesday, February 21, 2007


Donoso se asomo nuevamente al balcón. Sin verlo, la Muchacha, en el vestido blanco que le había regalado, avanzaba sin sonreír. Levanto la vista antes de entrar al edificio y Donoso alzo la mano saludándola.
La Muchacha se sentó frente a el. El vestido blanco le ceñía los pechos y las estrechas caderas.
-Estoy embarazada.
Recordó en las pensadas pausas cinematográficas con las que la había seducido a los dieciséis cumplidos.
- Y de quien-, pregunto dejando que la frase deslizara, mitad insulto y caricia. Del pendejo guitarrista, del empleadito, del que te culio borracha –pensó-, resignado.
- De quien va a ser, Conchetumadre-, soltó entre sollozos. Los hombros sube y baja, mirándolo con odio.
La tranquilizo sin mucho entusiasmo, como a un caballo con la pata fracturada se le acaricia la cabeza antes de la llegada del matarife. Sin poder fingir una sonrisa. Construyéndole en una torta de palabras un indefinido paraíso de certezas. Todo se arreglaría esta vez. Para el a sus años, un hijo era un escollo menor y de seguro, una alegría futura.
Convencida a medias la muchacha dejo de sollozar.
Antes de cerrar la puerta a la chica, Donoso recordó la frase de Irribarren “ Hemos transformado en tabú la mejor de nuestras instituciones educacionales, la pederastia”.
Tuvo miedo de ser educado.