
Cuando la noche te rodee, como un mounstro,
cargare tu corazón de animalito,
como a una brasa,
entre las manos,
cuidando que permanezca encendido, pese al viento.
Y cuando el día, vuelva desde donde duerme,
(con su disfraz de conejo blanco o mariposa).
Encendido, volvere a dartelo.